Este blog es un medio de comunicación entre estudiantes y docentes de Teoría de la Arquitectura y Urbanismo II.
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5.10.11

Trabajo Práctico Teoría II - 2o sem. 2011


Se propone analizar críticamente uno de los textos propuesto por la Cátedra con el objetivo de desarrollar un mapa de ideas a partir del mismo. El trabajo consistirá en elaborar un documento escrito donde se desarrollará el análisis, de un máximo de 2 carillas (A4, interlineado simple, Arial 11), más una carilla A3 para un “mapa” que grafique conceptos, autores, temas y relaciones.
El mapa de conceptos es una descripción crítica de la manera en que las ideas en torno al Urbanismo se despliegan y desarrollan. No pretende ser una secuencia histórica omnicomprensiva, sino un esquema de ideas relacionadas ya sea por el debate teórico, tanto como por la realización práctica.
Las ideas urbanísticas no son ideas aisladas que surgen de inquietudes personales, sino que refieren, más o menos directamente, a la cultura de la época y a las problematizaciones específicas que una sociedad se plantea. A su vez el debate sobre ideas y teorías, evoluciona en el tiempo, dando lugar a ideas contrapuestas y/o complementarias, las cuales alimentan el discurso de la disciplina. La construcción de teoría supone la acumulación de ideas, su interrelación y la incorporación a un cuerpo de conocimientos que crece progresivamente con los aportes de cada generación.
El objetivo del ejercicio, consiste en una construcción teórica, en rastrear posibles secuencias de debate y develar la trama de las relaciones establecidas en el pensamiento urbanístico a partir de uno de los siguientes textos:

1. Alexander,  Christopher - La ciudad no es un árbol
(…)Tomemos por ejemplo la separación de peatones y vehículos en movimiento, un concepto de árbol propuesto por LE CORBUSIER, LOUIS KAHN y muchos otros. A un nivel muy básico de pensamiento, esta es obviamente una buena idea. Es peligroso que circulen vehículos a 90 kilómetros por hora en contacto con los niños pequeños, que caminan tambaleándose. Pero no siempre es una buena idea. En ciertos casos, la ecología de una situación exige justamente lo contrario. Imagínese a usted mismo saliendo de una tienda en la Quinta Avenida; ha estado toda la tarde haciendo compras, sus brazos están llenos de paquetes, necesita beber algo, su esposa está cansada. ¡Gracias a Dios que hay taxis!
Todavía el taxi puede cumplir con su función porque los peatones y vehículos no están estrictamente separados. El taxi vacío necesita una corriente rápida de tráfico de manera que pueda cubrir una amplia área que le asegure encontrar un pasajero. El viandante necesita poder llamar a un taxi desde cualquier punto del mundo del peatón, y debe poder bajarse en cualquier parte de ese mismo mundo. El sistema que contiene a los taxis necesita solapar el sistema del tráfico rápido de vehículos con el sistema de circulación de los peatones. En Manhattan, los peatones y los vehículos comparten ciertas zonas de la ciudad, y la necesaria superposición está garantizada (figura 7).
Otro concepto favorito de los teóricos del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) y otros es el de separar el recreo de todo lo demás. Esto ha cristalizado en nuestras ciudades reales bajo la forma de los patios de juego o parques infantiles. Estos patios de juego, asfaltados y cercados, no son más que un reconocimiento plástico del hecho de que el juego existe como un concepto aislado en nuestras mentes. No tiene conexión con la vida del juego propiamente dicha. Pocos chicos que se precien acuden por iniciativa propia a jugar a estos espacios vallados.
El juego mismo, el juego que los chicos practican, es diferente cada día. Un día puede desarrollarse a cubierto, otro día en una simpática estación de servicio, otro en un edificio abandonado, otro en la orilla del río, otro en una obra en construcción paralizada durante el fin de semana. Cada uno de estos juegos, y los objetos que requieren, forman un sistema. No es verdad que estos sistemas existan separados, aislados de los otros sistemas que componen la ciudad. Los diversos sistemas se superponen unos a otros y además se superponen a muchos otros sistemas. Las unidades, los lugares físicos reconocidos como lugares de juego, deben hacer lo mismo.
En una ciudad natural, esto es lo que sucede. El juego se produce en miles de lugares, llena los intersticios de la vida adulta. A medida que juegan, los chicos se empapan de lo que les rodea. ¿Cómo puede un niño empaparse de lo que le rodea desde un corral cercado y aislado del exterior? No puede.

2. Arredondo, Isabel Arteaga. Teoría y práctica del proyecto urbano. La experiencia europea a finales del siglo XX
La nueva posición consideraba la ciudad como una obra en constante transformación pero objeto de intervención. Se asumía el compromiso de incidir físicamente en la construcción de la ciudad que implicaba una transformación de carácter voluntario. Y ésta transformación vinculaba tres aspectos:
- La referencia a la globalidad urbana está relacionada con la necesidad de articular el proyecto urbano, con el planeamiento o bien con las decisiones que se tomen para la ciudad en su totalidad, así como con la capacidad de transformación que debe tener el proyecto urbano, en un entorno más amplio que sus propios límites. La importancia del proyecto urbano no está dada por su dimensión, sino por la incidencia estructural en la ciudad, ya sea por su posición estratégica, por su programa público, colectivo o polifuncional o por tratar elementos de infraestructura de amplio abasto territorial y urbano. En resumen por buscar resolver diferentes escalas de problemas, y en tanto, la urbanidad del proyecto está en afrontarlas y resolverlas.
- Las condiciones del lugar sugieren que es necesario comprender la naturaleza del fenómeno urbano para afrontar la construcción de un nuevo espacio. Según Devillers (1994) el proyecto urbano implica pensar en el reconocimiento de lo que existe en un lugar: los trazados, los sustratos, los movimientos, los flujos y las fundaciones sobre las cuales se apoya para establecer fundaciones nuevas y fundaciones que vendrán después. Esto implica trabajar en forma inductiva desde las condiciones del lugar y generalizar desde lo particular.
- La concreción material arquitectónica supone la formalización de las actuaciones que configuran espacios urbanos, públicos y privados y se confía en la intervención física como motor de la transformación urbana. El proyecto urbano es una actuación acotada, con límites claros, que combina varios contenidos: diversidad de actividades, de usuarios, de espacios y ritmos temporales y por supuesto, el ordenamiento del espacio en términos de forma y dimensión. Aquí el espacio público cumple un papel protagónico, por considerarse el lugar más democrático y significativo de la ciudad.

3. Augé, Marc - Sobremodernidad. Del mundo de hoy al mundo de mañana.
(Partiremos, si les parece bien, de la constatación de dos paradojas.)
La primera nos concierne a todos. Continuamente escuchamos hablar de globalización, de uniformización, hasta de homogeneización; y de hecho la interdependencia de los mercados, la rapidez, cada día más acelerada, de los medios de transporte, la inmediatez de las comunicaciones por teléfono, fax, correo electrónico, la velocidad de la información y también en el ámbito cultural, la omnipresencia de las mismas imágenes, o, en el ámbito ecológico, la llamada de atención sobre el alza de la temperatura de la tierra o la capa de ozono, nos pueden dar la impresión de que el planeta se ha vuelto nuestro punto de referencia en común.
Esta planetarización puede, según los ámbitos que afecte y la opinión de los observadores, parecer como algo bueno, un mal menor o un horror, pero es, de todos modos, un hecho. Por un lado, sin embargo, vemos multiplicarse las reivindicaciones de identidad local con formas y a escalas muy diferentes entre unas y otras: el más pequeño de nuestros pueblos ilumina su iglesia del siglo XVI y exalta sus especialidades (Thiers, capital de la cuchillería, Janzé, cuna del pollo de granja); o bien los idiomas regionales recobran su importancia. En Europa y en otras partes del mundo los nacionalismos renacen o se vuelven a inventar. Los resurgimientos religiosos se fundan en un pasado recuperado o reconstruido (la religión maya, el movimiento de la mexicanidad en América Central, el neochamanismo en Corea del Sur). Los integrismos se generan, con más o menor vigor, en el seno de religiones basadas en textos sagrados. Estas reivindicaciones de singularidad a menudo están en relación (en relación antagonista) con la mundialización del mercado y tal vez asistimos hoy en día, en Rusia, en América Latina o en Asia, a fenómenos que no son signos exclusivos de lógicas monetarias, bursátiles o incluso económicas. Aquí, otra vez, las opiniones pueden diferir, pero para el conjunto, cada uno puede constatar felizmente que el mundo no está definitivamente bajo el signo de la uniformidad y a la vez inquietarse ante los desórdenes y las violencias que genera la locura identitaria.

4. Berger, John - Lila y Flag
Es posible que hayas estado en Troy sin reconocer la ciudad. La carretera desde el aeropuerto es como las de otras muchas grandes ciudades del mundo. Es una autopista y con frecuencia está embotellada. Sales de los edificios del aeropuerto, que parecen naves espaciales a medio acabar, pasas los aparcamientos atestados de coches, los hoteles internacionales, dos o tres kilómetros de alambrado, campos baldíos, algún rebaño perdido, vallas que anuncian Coca-Cola, depósitos, una cementera, las primeras chabolas, naves industriales, los pasos elevados de las autopistas de circunvalación, ciudades-dormitorio, una parte de la antigua muralla de la ciudad, los barrios antiguos arbolados, calles comerciales abarrotadas, los nuevos, dorados, edificios de oficinas, algunas cúpulas y altos campanarios, y finalmente has llegado a la acrópolis de la abundancia.
Si vuelves a Troy, reconocerás a Zsuzsa. Es imposible que no la distingas entre los miles de rostros que llenan las calles y esquinas y estaciones de todas las ciudades noche tras noche. La reconocerás incluso de lejos. Tal vez estará cantando a cambio de unas monedas en cualquier estación de la línea de metro de Eddington. Tal vez estará sentada, esperando, con la falda subida hasta medio muslo y las piernas cruzadas, en la barra de algún bar de Sankt Pauli. Tal vez estará casada y con varios hijos, y cuando te la cruces vaya empujando un cochecito de niño. No puedo saberlo, pues su vida todavía no ha concluido.
Tal vez la reconozcas en una de las naves de Santa Bárbara, adonde habrá ido a rezar. Wislawa irá siempre que pueda a esa misma catedral a pedir por Rama y por Sugus. Pese a todo lo que ha perdido, a su pobre salud, a su poca vista, a sus estrecheces, Wislawa sacará fuerzas para seguir un poco más, pues se ha posado en el árbol de Dios. No sé si las dos mujeres se encontrarán alguna vez allí, donde los mosaicos del suelo cuentan la historia de san Jorge.
Tal vez sea en el Champ-de-Mars donde descubras a Zsuzsa, y ella irá camino de la cárcel a visitar a alguien. Si te atreves a acercarte al Cerro de las Ratas, tal vez esté viviendo allí en otra chabola, y parecerá una anciana.
La pobreza, la pérdida, el dolor, la pasión, el tiempo o el dinero habrán marcado sus ojos, sus manos, su boca y la manera de mover las manos y la manera de poner los pies, pero no creo que hayan cambiado su alma, pues para jugar contra este mundo, tendrá que seguir creyendo, y haciendo creer a otros, que es su centro, su trofeo, su capital; y probablemente tiene razón.
Si dudas y te preguntas si será realmente ella —y tienes la suerte de tenerla cerca—, podrás saber por los dos dientes que le faltan y por las largas cicatrices de la cabeza, tapadas sólo en parte por sus revueltos cabellos, antes tan negros... que es la verdadera Zsuzsa.
No te atormentes, pequeñito. ¡Vuela! Todo irá bien. Vuela, amor mío.

5. Calvino, Italo - Las ciudades y los signos. 3
El hombre que viaja y no conoce todavía la ciudad que le espera al cabo del camino, se pregunta cómo será el palacio real, el cuartel, el molino, el teatro, el bazar. En cada ciudad del imperio cada edificio es diferente y está dispuesto en un orden distinto; pero apenas el forastero llega a la ciudad desconocida y pone la vista en aquel conglomerado de pagodas y buhardillas y Henares, siguiendo el entrelazarse de canales huertos vertederos, distingue de inmediato cuáles son los palacios de los príncipes, cuáles los templos de los grandes sacerdotes, la posada, la prisión, los bajos fondos. Así --dice alguien-- se confirma la hipótesis de que cada hombre lleva en su mente una ciudad hecha sólo de diferencias, una ciudad sin figuras y sin forma, y las ciudades particulares la rellenan.
En Zoe no es así. En cada lugar de esta ciudad se podría sucesivamente dormir, fabricar herramientas, cocinar, acumular monedas de oro, desvestirse, reinar, vender, consultar los oráculos. Cualquier tejado piramidal podría cubrir tanto el lazareto de los leprosos como las termas de las odaliscas. El viajero da vueltas y vueltas y sólo tiene dudas: como no consigue distinguir los puntos de la ciudad, se le mezclan incluso los puntos que en su mente son distintos. De esto deduce lo siguiente: si la existencia en todos sus momentos es enteramente ella misma, la ciudad de Zoe es el lugar de la existencia indivisible. ¿Pero entonces, porqué la ciudad? ¿Qué línea separa el dentro del fuera, el estruendo de las ruedas del aullido de los lobos?

6. Fitzgerald, Francis Scott - El Gran Gatsby
La mayor parte del tiempo me la pasaba trabajando. Temprano en las mañanas el sol lanzaba mi sombra hacia el oeste, mientras caminaba de prisa por los abismos de la parte baja de Nueva York para llegar Probity Trust. Ya conocía a los otros empleados y a los jóvenes vendedores de bonos por su nombre de pila y almorzaba con ellos, en oscuros y atestados restaurantes, salchichitas de cerdo con puré de papas y café.
Tuve incluso una relación romántica breve con una chica que vivía en la ciudad de Jersey y trabajaba en departamento de contabilidad, pero su hermano comenzó a lanzar miradas de desconfianza en mi dirección, así que, cuando llegaron las vacaciones de julio, dejé que la cosa se enfriara sin hacer nada.
Por regla general cenaba en el Club Yale -no sé por qué éste era el momento más deprimente del día-, y luego subía a la biblioteca a estudiar sobre inversiones y papeles durante una juiciosa hora. Había por lo general unos cuantos juerguistas por ahí, pero como nunca entraban a la biblioteca, era éste un buen sitio para trabajar. Después, si la noche estaba bonita, me iba a pasear por la avenida Madison, más allá del viejo hotel Murray Hill, y pasando la calle 33, hasta la estación Pennsylvania.
Me empezó a gustar Nueva York, la sensación chispeante de animación nocturna y la satisfacción que el constante revoloteo de hombres, mujeres y máquinas le dan al ojo inquieto. Me gustaba caminar por la Quinta Avenida, elegir entre la muchedumbre románticas mujeres e imaginar que en un momento yo entrarla en sus vidas y que nadie lo sabría o podría reprochármelo. Algunas veces, en mi mente, las seguía hasta sus apartamentos en las esquinas de calles recónditas, y ellas se volteaban y me devolvían una sonrisa antes de desvanecerse por entre una puerta en la cálida oscuridad. En el encantador crepúsculo metropolitano sentía a veces que me atenazaba la soledad, y la sentía en los demás: en los empleaduchos que deambulaban frente a las vitrinas, esperando que fuera hora de una solitaria cena en algún restaurante, jóvenes empleados desperdiciando en la penumbra los momentos más intensos de la noche y de la vida.
A las ocho de la noche, cuando los oscuros carriles de la calle 40 estaban de a cinco en fila de vibrantes taxímetros camino de la zona teatral, sentía que se me encogía el corazón. Siluetas expectantes se recostaban unas sobre otras en los taxis, las voces cantaban, se oían risas de chistes no escuchados, y los cigarrillos encendidos demarcaban gestos ininteligibles en su interior. Imaginando que también me precipitaba hacia la alegría, y compartiendo su emoción íntima, yo les deseaba suerte.

7. Scott Brown, Denise - Acerca del pop, la permisividad y la planificación
Durante los últimos sesenta años, la actitud no “enjuiciadora” y “no direccional” ha influenciado las artes, las humanidades e incluso las ciencias sociales. Recientemente, la arquitectura y el urbanismo han sentido su impacto y, convencidos por las agitaciones de la sociedad y de las artes, algunos profesionales han comenzado a buscar nuevas y mas receptivas maneras de percibir el entorno. Es de esperar que a través de dichas confrontaciones, los arquitectos y los urbanistas se inspiren para desarrollar un conocimiento respetuoso de los artefactos culturales de la sociedad, junto con una estrategia de desarrollo planificado, adecuado a las necesidades palpables de la gente.
Alguien se ha referido a la actitud “no enjuiciadora” como la mayor invención del siglo XX. Fue quizá Sigmund  Freud quién comenzó a enfrentarse con lo inafrontable de nuestro tiempo. Los términos “ no enjuiciador”, “permisivo” y “no direccional” se relacionan primero con la psiquiatría. Tomando prestado el análisis funcional de los biólogos, Robert K. Merton planteó que si continúan existiendo las actividades que parecen “disfuncionales”, obviamente deben ser funcionales a alguien, así que cerrar los ojos y rogar que desaparezcan no las eliminará.
En una línea similar  Herbert Gans ha demostrado como Levitown, odiado por los urbanistas y reprendido por la clase alta, es en gran parte lo que sus habitantes desean, y que las diatribas urbanas sobre la inutilidad de la sociología y la inmoralidad de la dispersión urbana no harán que desaparezca.
Una generación de planificadores provenientes de las ciencias sociales ha hecho de esto su slogan, alabando Los Angeles y el “dominio urbano sin lugar”, denunciando las inclinaciones de clase y los traumas estéticos de los “planificadores físicos” de formación arquitectónica y de los urbanistas del control y presionando por la reforma de la profesión del planificador a favor de una nueva imagen, la suya propia.
El mismo pensamiento produjo en lingüística lo “no direccional”, a lo que siguió un tumulto de pedantes que actuaban en nombre de la preservación de los estándares.  Este movimiento ha influido en las ciencias políticas, la educación, el bienestar social, y la salud pública, aunque solo en sus bordes exteriores. En literatura se cuenta, entre otros, el esfuerzo de Gertrude Stein de “poner una cierta rareza, algo inesperado, en la estructura de la oración, para restituir la vitalidad del sustantivo”, y el intento de Tom Wolfe de desarrollar un estilo de prosa adecuado a la descripción de Las Vegas.
En las artes, la tradición es aún mas antigua. Francis Bacon decía que “no hay belleza exquisita sin algo extraño en sus proporciones”. El estremecimiento que se genera cuando uno intenta que le guste lo que no le gusta ha sido reconocido como un estremecimiento creativo desde hace mucho; remueve al artista de sus rutinas estéticas y lo vuelve nuevamente sensible a sus fuentes de inspiración. Se puede lograr al quebrantar reglas, como hicieron los manieristas. La sacudida proviene aquí del uso inesperado de un elemento convencional de manera no convencional: un arco con una columna bajo la dovela clave, una sala con detalles clásicos y proporciones no clásicas. Este efecto puede provenir también del uso de una fuente nueva y escandalosa: las fotografías de Le Corbusier de grano del  Oeste  de Estados Unidos y de remates de barcos lograron épater les bourgeois, dejar pasmados a los ciudadanos de varios continentes durante varios años. Pero ya no lo hacen. La revolución se ha perdido en sus éxitos sobre la dura cara de la metrópolis. Actualmente son los envejecidos arquitectos modernos quienes “no pueden ver”. Su compulsión por la pulcritud, mientras diseñan los proyectos de renovación urbana de millones de dólares, causa desorden en la vida de muchos.
En las bellas artes, se ha descubierto una nueva fuente de energía que causa horror: lo popular; que tambien es antigua. Beethoven seguramente sacudió los salones con sus temas provenientes de melodías folclóricas, pero los Beatles lo han “logrado” con las elites intelectuales, y Robert Rauschenberg y Roy Linchtenstein aparecen en la portada de la revista Time. Pero aún nos indignamos cuando un arquitecto observa cualidades en una valla publicitaria o si un planificador elimina la emoción al hablar de la dispersión urbana. Pero en definitiva, los arquitectos y los urbanistas son advenedizos en este ámbito y pueden aprender de otros. De Edward Ruscha, por ejemplo. Sus Veintiséis gasolineras están fotografiadas de manera directa, sin arte, a excepción del que esconde el arte. Sus Algunos edificios de apartamentos de Los Ángeles son del fin del mundo, de partidas de bridge, de cuatro pisos, sin ascensor, de camaradería con un tiki en el umbral y una piscina en el patio. Los Treinta y cuatro aparcamientos de Ruscha, fotografiados desde un helicóptero, asemejan pinturas de Allan D´Arcangelo: atravesados por flechas, tensionados, diagramas abstractos en los que los dibujos de gasolina sobre el asfalto desvelan un énfasis diferencial en una accesibilidad diferente.
El Sunset Strip de Ruscha, un lago desplegable a modo de acordeón muestra cada edificio a lo largo del strip, cada uno cuidadosamente numerado, pero sin comentario alguno. Deliberadamente inexpresivo, una monografía erudita con una cubierta plateada y una caja deslizable de sobrecubierta, podría estar en las plazas de Florencia, pero sugiere una nueva visión del mundo inminente a nuestro alrededor.
Los planificadores y los urbanistas debieran ir por delante, puesta que esta visión es muy pertinente en la proyectación de la ciudad; no obstante son los cineastas – por ejemplo Michelángelo Antonioni en La Noche y en El desierto rojo y, con mayor eficacia en Blow-up – quiénes han investigado las implicancias urbanas de la escena local. Los productores de anuncios de televisión y los diseñadores de vallas publicitarias le han sacado una buena ventaja a los arquitectos y urbanistas en el terreno del uso mixto de palabras y formas que se refuerzan mutuamente a favor de una comunicación a gran velocidad con un publico en movimiento.
Años atrás los poetas y quiénes hacían collages intentaron mezclar fuentes de alta cultura y de cultura popular: Sweeney y latín, billetes de autobús y un violín… y los Beatles lo hacen hoy. Pero nosotros ejercemos presión para retirar las tiendas de ultramarinos de un campus (o al menos evitar que esté a la vista), la gasolinera de un lateral de un edificio público y la valla publicitaria de un paisaje. Nuestra arquitectura y urbanismo se vuelve prolija, exclusiva, y terriblemente irrelevante.
La pintura de acción y el uso del accidente controlado podrían reanimar el urbanismo, pero los urbanistas que admiran la variedad ordenada de la arquitectura de los dogon, o de las mill towns, se equivocan con Levitown y la diseñan a partir de Reston, donde nada es accidental, ni las decoraciones de los escaparates, ni el grafiti en forma de escultura, ni tampoco las cuidadas vistas que, igual de certeras que las flechas de la pequeña Kodak en Disneylandia, dicen, “saque esta foto”
Los arquitectos que compran op-art deberían comprar Los Angeles. Se trata del mismo sistema uniforme y abierto con múltiples posibilidades para la definición y redefinición del foco, dependiendo de dónde esté uno; a veces brillan mas los amarillos, a veces mas los azules.
Estas nuevas y más receptivas maneras de percibir el entorno, inspiradas en otras ciencias y en otras artes, son extremadamente importantes para los arquitectos y los planificadores que esperan ser relevantes: y cuando las modas artísticas cambien. Aún estaremos  aquí, porque esta ciudad pop, este aquí, es lo que tenemos. No se la barrerá bajo la alfombra, a pesar de Lady Bird Johnson; en su lugar necesita un nuevo Patrick Geddes para entrar dónde “ni un brahmán ni un británico” penetraría, para documentar y analizar con consideración y para prescribir una cirugía conservadora basada en la creencia de que hay un patrón en la dispersión, y orden en el caos.
Esto no significa abandonar el juicio, puesto que la acción planificadora supone juicio. El juicio simplemente se aplaza momentáneamente para hacerlo mas sensible. Gustar de lo que uno detesta es excitante y liberador, y en definitiva reafirma el juicio.
Los arquitectos y los urbanistas han tenido demasiada premura por normalizar. Mientras los hechos y los imponderables son muchos, una mística o un sistema – una filosofía del hombre o una retícula CIAM-  puede sostituir la recopilación de evidencia o el pensamiento propio. Esto los convierte en malos científicos y, curiosamente, también en artistas indiferentes. Los científicos sociales han hecho lo opuesto midiendo tendencias mientras Roma se incendia y olfateando los “valores” de otra gente cuando deberían recomendar nuevas normas para una nueva sociedad. Sin embargo, todo esto está llegando a su fin. Los arquitectos y los científicos sociales se encuentran actualmente en muchos campos, desde la protesta social y la planificación participativa al análisis de la cultura de masas y sus artefactos. Los grupos ciudadanos cuentan con planificadores defensores, e incluso en Europa, donde el autoritarismo del movimiento moderno temprano es aún fuerte, los arquitectos y los urbanistas están aprendiendo a incluí Los Angeles y Las Vegas en sus recorridos, al igual que las áreas mas densas de Manhattan que admiraba Le Corbusier.
Los jóvenes que se enfrentan con problemas sociales a menudo abandonan tanto la arquitectura como el urbanismo –tal como muchos profesionales lo ejercen-  al sentirse frustrados por su irrelevancia respecto de los problemas reales de la ciudad. En su lugar adoptan la planificación social o la planificación de sistemas, o proyectos que requieren una inquietud social o comunitaria en lugar de un servicio profesional. Se trata de un despilfarro y no debería suceder. Puesto que además de un buen corazón lo mejor que un urbanista puede ofrecer a una sociedad es su propia destreza y utilizarla para la sociedad, para desarrollar un conocimiento respetuoso de sus artefactos culturales y una estrategia cuidadosa para su desarrollo, adecuada a necesidades palpables y a la forma de vida de la gente. Ésta es una actividad socialmente responsable y es, al fin y al cabo, lo que están haciendo Herbert Gans y los artistas pop.

8. Vegara Gomez, Alfonso - La ciudad digital
La descentralización espacial tuvo su origen en la facilidad para la movilidad privada y en la disponibilidad de infraestructuras, que hacían mucho más elásticas las opciones de localización y facilitaban la descentralización de algunas actividades productivas. El cambio de modelo tecnológico y el desarrollo de la sociedad de la información facilitaron la crisis del modelo fordista, con el abandono de la gran fábrica autosuficiente. Se producen profundos cambios en las relaciones espacio-temporales que soportan los sistemas urbanos, la distancia se reduce por la facilidad del transporte y por la accesibilidad que ofrecen las nuevas tecnologías. Una contracción del espacio que genera una alianza económica entre la ciudad y su región, fruto del despliegue de una economía vinculada tanto a factores globales como locales por un espacio cada vez más amplio. Se buscan emplazamientos atractivos y bien comunicados. Al abaratarse los costes de implantación por alejamiento del centro urbano, se dispone de mayor superficie para desarrollar actividades que necesitan ser reorganizadas por las nuevas tecnologías. No se realiza de forma uniforme, algunas economías locales salen fortalecidas frente a otras porque la innovación no sucede en todos los casos. La forma urbana dispersa se corresponde a una distribución heterogénea de actividad en el territorio difícilmente reducible a un modelo, ya que el patrón de cada región es diferente. A pesar de ello la centralidad fundada en la concentración espacial sigue siendo necesaria y las ventajas de lo grande conviven con las ventajas de lo pequeño, compatibles con las nuevas posibilidades de interacción.
Si tuviéramos que mapificar la compleja ciudad contemporánea, las viejas analogías ya no sirven. Deberíamos acudir a referencias derivadas de estructuras microscópicas o del cosmos, a imágenes fractales y a la organización de partículas, campos y líneas de fuerza, a la configuración de complejas cadenas de materia, a sistemas planetarios y constelaciones, a esas máquinas tan difíciles de comprender, las proteínas, a los complejos códigos genéticos que hoy son interpretados con series gráficas y numéricas, de nuevo una analogía cibernética. Sin embargo, la pérdida de valor del concepto clásico de centralidad en la nueva economía no conduce inmediatamente a su sustitución por un concepto equivalente. Los procesos de descentralización espacial han sido espontáneos y han generado externalidades que nadie ha atendido. La ciudad emergente se caracteriza por su dinamismo, por la mayor interacción y la mayor generación de viajes, con un tráfico siempre creciente, por el incremento de la conectividad -de todo tipo- y sus consecuencias en una sociedad dominada por las reglas del mercado, las relaciones mercantiles tienden a dominar peligrosamente la vida colectiva. Históricamente siempre se ha producido una relación clara entre innovación y territorio, y de forma especial, la revolución digital está afectando tanto a los flujos como a los nodos que organizan nuestra estructura territorial. La compleja y dispersa ciudad contemporánea y sus tensiones de transformación son un exponente claro de esta nueva relación entre innovación y territorio.


A modo de ejemplo se presenta a continuación un “mapa” conceptual realizado como ejercicio del 1er semestre 2011. (trabajo realizado por Betiana Pérez y Mariana Niski) 
La imagen puede descargarse con mayor resolución en http://www.megaupload.com/?d=5OJ9GXZ8





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